Alexandria "Lexi" Aniyah Rubio estaba ansiosa por jugar voleibol cuando llegara a la secundaria. Soñaba con ir a la facultad de derecho algún día y amaba la astrología, las mariposas y el color amarillo.

Estos elementos de la personalidad de Lexi ahora rodean un retrato recién pintado de ella en el costado de un edificio color crema en el centro de Uvalde, Texas. El edificio da al estacionamiento donde la mamá de Lexi, Kimberly Rubio, solía estacionar para trabajar. Todavía lo pasa regularmente cuando sale a correr.

"Será un lugar donde pueda recordarla, pero será un lugar feliz, no como los otros lugares de la ciudad", dice Kimberly. Los sueños y aspiraciones de Lexi están capturados en este mural porque ella no tuvo la oportunidad de llegar a la facultad de derecho, o incluso a la secundaria.

Estaba terminando el cuarto grado cuando murió en el tiroteo masivo en Robb Elementary en mayo. Ella fue una de los 19 niños y dos maestras asesinadas ese día, víctimas que ahora también están siendo conmemoradas en el centro de la ciudad a través de murales como el de Lexi. Ahora, tres meses después del tiroteo, las familias de las víctimas y los sobrevivientes están lidiando con sus consecuencias y la decisión de enviar a los niños de regreso a la escuela por primera vez desde la tragedia.

Los padres de Lexi, Kimberly y Félix Rubio, están tratando de sobrellevar su pérdida manteniendo vivo el recuerdo de su hija de 10 años. La describen como trabajadora y ambiciosa.

"Lexi era una niña tranquila, tímida, inteligente, apreciadora de la vida y de todo lo que se le presentaba, en cuanto a regalos y cosas por el estilo", recuerda Felix. "Su habilidad atlética, solo estábamos viendo lo que venía de ella".

Lexi jugaba sóftbol y baloncesto, y antes había probado el fútbol. También estaba interesada en la política incluso a su corta edad, según Kimberly.

Y desde el tiroteo, sus padres se han volcado al activismo.

Activismo ante la pérdida

Este verano, Kimberly y Felix se reunieron en Washington, D.C. con sobrevivientes y familias de Highland Park, Illinois – donde siete personas murieron y decenas resultaron heridas durante un desfile del 4 de julio – y se reunieron con senadores para pedir una prohibición federal de las armas semiautomáticas.

Los Rubio también testificaron ante el Congreso poco después del tiroteo sobre las medidas para prevenir la violencia armada, y en su estado natal, marcharon al capitolio en Austin el mes pasado durante una manifestación organizada por March for Our Lives.

"Ha sido difícil porque algunos días ni siquiera queremos levantarnos de la cama", comenta Kimberly. "Pero también es necesario, y sé que nos encantaría decir que no es político, pero lo es. Ese es nuestro país. Así que necesitamos un cambio y esa es la forma en que lo haremos".

Además de una prohibición federal de los rifles de asalto, como el que mató a su hija, los Rubio están pidiendo a los legisladores estatales que eleven la edad mínima, de 18 a 21 años, para quienes quieren adquirir estas armas.

"Escuché que algunos funcionarios electos están de acuerdo con eso. Ya veremos, supongo", afirma Kimberly.

Para Kimberly, estar al frente del activismo es nuevo. Ella dice que prefiere estar del otro lado del micrófono porque solía trabajar como periodista para el periódico local, Uvalde Leader-News. La lucha por la legislación de control de armas la mantiene ocupada en estos días y, a menudo, la distrae del dolor impensable que ella y su familia han estado soportando.

Inmediatamente después del tiroteo, Kimberly pensó en sus otros hijos. "Todavía tenemos niños aquí por los que tenemos que luchar. Y luego, seguí pensando en otras mamás, de verdad. No quiero que nadie se sienta como yo me siento", confiesa.

Para muchas de las familias con las que NPR habló en Uvalde, incluidos los Rubio, el "cierre" no parece factible en este momento. Pero Kimberly y otros miembros de la comunidad dicen que comprenden exactamente que lo que sucedió el 24 de mayo puede ser un paso más a su sanación.

Ha habido llamados a la transparencia en torno a la investigación federal sobre el tiroteo en Robb Elementary, y hay varias otras investigaciones en curso. La fiscal de distrito Christina Mitchell le dijo a NPR: "Puedo ver donde ellos no ven, como comunidad, hay una falta de transparencia".

"Nos va a llevar mucho tiempo sanar", agrega ella. "Nos llevará mucho tiempo descubrir qué salió mal, individualmente, las agencias, la escuela, la comunidad... pero se logrará".

Para los Rubio, el informe pendiente de la autopsia también es fundamental para entender cabalmente lo que le sucedió a su hija. "Esa es una prioridad para nosotros", subraya Kimberly. "Eso ofrece respuestas: ¿falleció de inmediato? ¿Sufrió?

Y los Rubio quieren que el mundo recuerde a su Lexi.

"La única forma en que ella vive es a través de nosotros... Quiero que la gente sepa lo que sucedió aquí y se una a nosotros para que no suceda en su comunidad", enfatiza Kimberly.

Preparándose para un nuevo año escolar después de la tragedia

Junto con su pérdida, Kimberly y Félix han lidiado con la misma decisión que otros padres en Uvalde: enviar a sus hijos a clases después del trágico final del último año escolar.

Por ahora, sus hijos regresan a las aulas. Su hijo menor estaba en Robb Elementary el día del tiroteo, y habían debatido si enviarlo de regreso a la escuela en persona o no. Finalmente decidieron intentarlo, pero lo inscribieron en la escuela virtual como una opción de respaldo.

"Creo que significa algo para ellos volver a su rutina, ver a sus amigos", cuenta Kimberly. "Queremos lo mejor para ellos, así que si eso es lo que sienten que es mejor, los respaldamos y también presionamos por su seguridad; asegurándose de que estén a salvo".

La seguridad es lo más importante para muchos padres en la ciudad, y el Distrito Escolar Independiente Consolidado de Uvalde ha respondido al tiroteo con algunas actualizaciones de seguridad: instalar cercas de 8 pies alrededor de cada campus, agregar 500 cámaras de seguridad y distribuir 33 policías estatales de Texas en los campus.

Pero Kimberly dice que estos cambios no son suficientes para que se sienta completamente segura de enviar a sus hijos de regreso a las aulas. Incluso una fuerte presencia policial en los campus no es suficiente, argumenta, porque incluso cuando cientos de policías respondieron al tiroteo del 24 de mayo, pasó más de una hora antes de que el pistolero fuera confrontado.

"No creo que alguna vez nos sintamos cómodos con nuestros hijos en un lugar que no sea dentro de mi casa", señala Kimberly. "Pienso mucho en eso, porque con la escuela ahorita, pero se irán a desfiles, conciertos, una tienda de comestibles; ¿dónde estarán a salvo?"

Los Rubio incluso se mudaron a una nueva casa después del tiroteo, y la seguridad se convirtió en una prioridad al elegir la ubicación. Su nuevo hogar está cerca de las escuelas primarias y secundarias.

"Todos nuestros hijos eventualmente estarán en esta área, así que, si algo vuelve a suceder, pensamos: 'Bueno, pueden volver a casa'", concluye Kimberly.

Regresar a la escuela después de presenciar y sobrevivir al tiroteo

Oscar y Jessica Orona tuvieron que empezar a pensar en enviar a su hijo de 10 años, Noah, a la escuela hace semanas porque optaron por un colegio privado que ha estado operando desde mediados de agosto. Noah estaba en una de las aulas que fue masacrada en Robb Elementary y recibió dos disparos. Además de su recuperación física en curso, sus padres dicen que no es el mismo niño que dejaron en la escuela esa mañana de mayo.

"Tomamos todo un día a la vez. Hacemos planes tentativos, porque no estamos seguros de cómo se sentirá o si algo lo va a desencadenar ese día", comparte Oscar.

Incluso los cambios más simples en su vida son reveladores. Jessica y Oscar dicen que solían ducharse a la misma hora por la noche, pero ahora, Noah prefiere que se turnen para poder estar con al menos uno de los padres en todo momento que esté en casa.

Noah irá a la Escuela Católica del Sagrado Corazón este año, gracias a una beca otorgada a 30 estudiantes que se vieron afectados por el tiroteo en Robb Elementary. "Se siente seguro allí, fue la primera escuela que adoptó una mayor seguridad", dice Oscar. El director de Sacred Heart, Joseph Olan, le explicó a NPR que la escuela estaba en proceso de reemplazar ventanas y puertas con materiales de grado balístico, se están actualizando las cerraduras de las puertas y ya se han instalado nuevas cámaras.

Para los Orona, el tamaño relativamente pequeño de las clases en Sacred Heart es un punto a favor. "Obtendrá más atención, que creo que va a necesitar. Y creo que lo va a hacer bien. Al menos esas son nuestras esperanzas", dice Oscar. Los Orona están ansiosos por ver cómo le irá a Noah en un nuevo entorno escolar a medida que avanza el año. Pero les preocupa que los sonidos fuertes, o simplemente estar en un ambiente escolar, puedan recordarle lo que sucedió el 24 de mayo.

Oscar agrega que algunos consejeros han mencionado la posibilidad de que Noah viva con síntomas de trastorno de estrés postraumático. Después de todo, Noah ha soportado un trauma impensable: además de recibir dos disparos, se vio obligado a permanecer tendido en el suelo de su aula durante más de una hora entre sus profesores y compañeros de clase asesinados. "Ni siquiera puedo empezar a imaginarme eso, y mucho menos un niño de 10 años que tenga que pasar por eso", describe su padre.

Kayla Davis, consejera de la recién establecida rama Uvalde del Children's Bereavement Center, le dijo a NPR que escucha preocupaciones similares de parte de los niños que sobrevivieron al tiroteo y sus familiares.

"Volviendo a la escuela, simulacros de incendio, simulacros de encierro. Cualquier cosa que pueda recordarles lo que sucedió puede devolverlos a ese estado de supervivencia", dice.

Uvalde, que está cerca de la frontera de EE. UU. con México, también tiene un largo historial de persecuciones automovilísticas y simulacros escolares relacionados con la intensa actividad policial en la zona. En sus sesiones de consejería con familias afectadas por tiroteos, Davis incluso evita usar la palabra "gatillo" debido a su asociación con las armas.

Más allá de las preocupaciones inmediatas sobre cómo le irá a Noah en la escuela, Jessica y Oscar también se inquietan por el futuro a largo plazo de su hijo. "Nos preocupa si podrá sobrevivir y vivir solo. E ir a la universidad o lo que sea su ideal", dice Oscar.

Junto a una recuperación física y mental, una realidad financiera

Cuidar de Noah ahora implica múltiples visitas al médico, fisioterapia y citas de asesoramiento cada mes. Aunque todos los servicios relacionados con la recuperación que recibe Noah ahora son locales, durante más de dos meses, los Orona tuvieron que viajar unas 90 millas hasta San Antonio para muchas de esas terapias.

Jessica es la principal responsable de llevar a Noah a las citas y tuvo que reducir sus horas de trabajo para acomodarlas. Oscar también trabaja menos horas que antes del tiroteo. Pero volvieron a trabajar una semana después de que Noah regresara a casa del hospital. "Porque sabemos que tenemos que trabajar para pagar nuestras cuentas", dice Oscar.

Todo esto ha puesto una presión financiera para Oscar y Jessica mientras atraviesan un período ya estresante. "Hay mucho dinero que se ha repartido, donado para ayudarnos y para ayudar a los difuntos. Y no vemos mucho de eso porque hay una burocracia con la que tenemos que lidiar", dice Oscar.

Los fondos disponibles para las familias de víctimas y sobrevivientes implican una red de burocracia a menudo vertiginosa. Varias personas que hablaron con NPR expresaron confusión sobre cómo acceder a los diversos fondos supervisados ​​por los gobiernos estatales y locales.

Cuando NPR le preguntó al administrador de la ciudad de Uvalde, Vince DiPiazza, sobre la burocracia que las familias dicen que enfrentan, sugirió que deberían recurrir a organizaciones no gubernamentales para obtener ayuda más inmediata. "Por ejemplo, la Alianza ministerial, el departamento de bomberos voluntarios, la Legión Americana", son algunas de las organizaciones que, según DiPiazza, han sido "capaces de cambiar el dinero más rápidamente" que los fondos administrados por el gobierno.

Los Orona están agradecidos con las donaciones que han estado llegando de donantes privados a Uvalde. La hija de Oscar también montó una página de GoFundMe para su familia a raíz del tiroteo, pero planean dejar ese dinero intacto hasta que Noah sea mayor. "Esa es nuestra construcción de base para cuando tenga 18 o 19 años".

Dicen que somos los afortunados. No nos sentimos afortunados

Cuando hablaba del tiroteo, a Oscar se le llenaban los ojos de lágrimas y se le quebraba la voz, pero Jessica dice que trata de no mostrar demasiada emoción. "Tenemos que ser fuertes por él", dice, señalando a Noah, que estaba sentado cerca, jugando con su Nintendo Switch.

Los Orona dicen que una de las partes más difíciles de su nueva realidad es la culpa. Tienen conocidos, amigos y hasta familiares que perdieron seres queridos el 24 de mayo, entre ellos la familia de Lexi Rubio (Oscar es tío de Félix Rubio). Tanto Oscar como Jessica enfatizaron nunca querer desviar la atención de las familias de las víctimas. Oscar dice: "Fuimos culpables porque nuestro hijo sobrevivió en medio de toda esta carnicería y todo. Nos preguntábamos, '¿Por qué? ¿Cómo sobrevivió nuestro hijo?'"

Jessica añade que su fe en Dios ha sido fundamental en su proceso de afrontamiento. Pero luchan contra ciertas percepciones. "Creo que mucha gente no se da cuenta de que dicen que somos los afortunados. No nos sentimos afortunados", dice Oscar. "Queremos que crezca y tenga una vida sana y normal, [pero] también tenemos que prepararnos para que tal vez eso no suceda".

Los Orona están tratando de concentrarse en seguir adelante con lo que le sucedió a su comunidad y a su hijo. Lo hacen no solo defendiendo a Noah, sino ayudando a fomentar las partes de él que aún reconocen y aman mucho. "Es un niño divertido, siempre tratando de hacernos reír. A veces es un sabelotodo", bromea Jessica. "Él ama Pokémon. Le encanta dibujar y pintar. Así que creo que todo eso, la forma en que solía ser, será algún día. Porque no vamos a dejar que esto gobierne nuestras vidas. Vamos a seguir adelante y lo superaremos".

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